miércoles, 15 de mayo de 2019

Adivina, adivinanza


No es un secreto, nos lo hemos dicho el uno al otro. No está oculto, a simple vista para quien sepa ver. No vuela, pero viaja en la distancia. No corre, pero recorre cada centímetro de nuestra piel.
No come ni bebe, pero nos devora día a día y se hidrata del verbo ser. No tiene manos, pero sujeta. No tiene brazos pero aprieta.

Adivina, adivinanza, qué es eso escondido, por nadie percibido pero que se niega a marcharse.
Un atardecer, una historia perdida, o quizá aquel domingo de lluvia tranquila.

No tiene color, pero es un arco iris de mil gamas. No le gusta el agua, pero ama el mar. No escribe, pero nos inspira. No lo sé, no lo sabes, pero nos conoce bien. No llora, pero lo escuchamos en el silencio. No habla, pero se le entiende. No tiene nariz, pero te huele. No tiene ojos, pero me ve.

Adivina adivinanza, qué es eso escondido, por nadie percibido pero que se niega a marcharse.
Un sentimiento, un arrepentimiento, quizá, o la manía de pensar.

No pasa nada, pero pasó todo. No es fuerte, pero jamás se quiebra. No es rápido, creció a fuego lento. Le gusta el escondite, pero siempre la encontramos. No tiene casa, vive en quien la encuentre. No tiene memoria, pero no me olvides. No te ve, pero me dice que todo va bien. No me ve, pero te dice que volveré. Nos ve y se ríe, hace bien su trabajo. 

Adivina, adivinanza, qué es eso escondido, por nadie percibido pero que se niega a marcharse.
Felicidad a Oscuras, ¿puedes ser tú? Aquello que oculto bajo la luz.



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lunes, 1 de mayo de 2017

Ya no sé

¿ Qué nos ha pasado?
No necesitábamos a nadie, no necesitábamos nada.
Todo era directo, no había atajos entre nosotros, sabíamos llegar al otro.
¿ Qué nos ha pasado?
Ya no vemos más allá de los errores, antes ni sabíamos qué era eso.
Qué hemos hecho con la inspiración, nos la hemos arrancado.
Cuál ha sido el destino de la música, nuestra música, esa que creábamos al rozarnos,al mirarnos.
Dónde fue toda esa magia que éramos, toda la ilusión, las lágrimas,y de cualquier tipo,esas que curiosamente me acercaban a ti o me unían aun más.
¿A quién escribimos?
Para quién va dirigido todo eso que decimos sin mirarnos.
A quién lees por las noches acariciándole el pelo, para quién tu voz es abrazo y para quién tu piel es viajar a la Luna.
Ya no estoy, lo sé, fui yo.
Yo he arrancado a las musas,la ilusión, la magia, la música, el pasado.
Lo expliqué, en vano, ni siquiera yo me lo creía, pero lo importante era tu felicidad, recuerdalo bien, no soy para ti.
He arriesgado todo lo que siempre llamaré amor, todo lo que alguna vez ha significado algo, todo lo que me retuerce al mirarte, por ti.
No es un ti conmigo, es un ti contigo, contigo mismo. Te he regalado el tiempo que yo no te dejaba para aprenderte, disfrutarte, para amarte, y es que con toda esa montaña rusa no te veías, no alcanzabas a comprender que tu único defecto era yo.
Ya no sé dónde iré, donde la lluvia me acompañe, donde tu recuerdo permanezca, siempre.


jueves, 30 de junio de 2016

El arte de vivir

Cierra los ojos, despacio, tienes que conseguir relajarte, coge aire,suéltalo...
Piensa en todas esas veces en las que has vivido, ¿has sabido cómo hacerlo?
¿Recuerdas aquella vez que diste un paso por primera vez? ¿Cuando cada sitio era nuevo y todo era un mundo por descubrir?, pues claro que no lo recuerdas, es una pena pero es imposible.
Vayamos a algo más fácil, por ejemplo, ¿recuerdas cuando recordaste por primera vez? Busca en tu cabeza cuál es el primer recuerdo que albergas y a partir de ese dime si todos los siguientes supiste vivirlos, dime si besaste todas las veces que quisiste, si abrazaste todas las veces que tus brazos te lo pedían, dime si lloraste delante de quien lo merecía o delante de quien no, cuéntame si pasaste las noches contando estrellas por alguien que luego te abandonó, no tengas miedo de decirme que tuviste miedo y de que se lo hiciste saber, no dudes en enorgullecerte de esas otras veces en las que te quitaste los zapatos, te remangaste el traje y echaste a correr por la hierba fresca mientras las briznas te acariciaban los dedos de los pies, o si has conducido a una playa perdida solo para cantar y correr por la orilla y dejarte perseguir por la espuma del mar, cuéntame si te pusiste nervioso al coger una mano, de tu mujer, de tu hija o hijo, de un amigo, de un hombre... y si en ese momento supiste que no querrías soltarla jamás, me muero de ganas por escuchar que se te ha erizado todo el vello del cuerpo escuchando música mientras tenías muchos problemas que resolver y que los hiciste esperar. dime si te has estremecido con un trueno voraz y si ahí comprendiste lo pequeños que somos en este mundo, dime si alguna vez te han dejado tirado en el trabajo, en el colegio,en el instituto.. pero aún así te reías de las mismas cosas porque los que salían perdiendo eran ellos, también quiero saber si miraste a tu familia una mañana de Navidad y quisiste congelar ese momento porque quizás no todos volveríais a estar en la siguiente, cuéntame cuánto tiempo esperaste esa llamada que no llegó, dime si disparaste cuando te habías parado a pensar o pusiste primero la bala, no te olvides de contarme cómo cocinaba tu abuela y por qué nadie hará las meriendas como ella, dime si crees en ti o si te dejas llevar, me gustaría saber si recuerdas la soledad y como se apodera de todo el mundo, dime si te reíste de ti o ellos lo hicieron, ahora quiero saber de aquel recuerdo amargo que te persigue siempre, que a veces te condiciona pero que no lo dejas ir....
Quizás tengas muchos más recuerdos de los que yo he nombrado, espero que más buenos que malos pero eso no depende de mí. 
Espero que hayas sabido vivir, porque es un arte y no todos logran manejarlo, pero ten por seguro que merece la pena.
Si sabes cómo vivir puedes vivirlo todo.

miércoles, 25 de mayo de 2016

Precipicio

 Personas tomando decisiones, decisiones que son personas, decisiones que toman personas y personas tomadas por decisiones.
Cosas que elegir y qué crueles nos vuelve eso de decidir a veces, me quedo, me voy, me quiere, no me quiere, mientras la margarita llora sin que nadie la escuche, quizás a ella también la quería alguien.
La mayor parte de las veces basta con correr en dirección contraria a las decisiones para pensar con claridad, no dejarse influenciar, dejarse llevar dicen. ¡Cómo si eso fuera fácil!
Bajo un marengo cielo y una lluvia de cristal de aquel mes de Noviembre,mientras el mar se enzarzaba en un duelo a muerte con las rocas del acantilado, Rob miraba por la ventana de su pequeña casa junto a la orilla de la más hermosa playa que había encontrado cuando había huido de su vida anterior, cuando tomó la decisión de dejarlo todo atrás.
Allí en la roca que se veía desde su casa había conocido a su decisión más acertada, la misma que dormía desnuda en su cama arropada por las sábanas de lino que sugerían su preciosa figura.
Rob encendió un cigarrillo, mientras la lluvia seguía golpeando las dimensiones de aquel lugar, ahí en el desenfoque provocado por el humo Carla parecía un ángel, era tan ajena a todo, se veía tan en paz...
Él habría guardado ese momento en su memoria, pero ni siquiera eso era para siempre, cada vez que la miraba le venía a la mente un video de los 80´s con sus labios rojos, sus pitillos, su eyeliner y su olor a cerezas.
Se puso de pie y notó el frío que el suelo le transmitía, dió otra calada y allí en la oscuridad las decisiones volvieron a él, acabaría tomándolas como un loco que camina al borde del precipicio.
No podía amarla como ella quería, no con esos demonios allí, persiguiéndole, observándole...ella merecía alguien sin cicatrices, sin malas decisiones, alguien capaz de amar su inteligencia, su poesía, y no hablo de  letras, sino de movimientos, de su sonrisa...
Podría seguir así, viéndola a veces, disfrutando de los momentos que ella le regalaba, las tardes de mar en las que ella era su sirena, cuando la besaba bajo las olas y ella sonreía a contraluz contra todo pronóstico, provocándole todo eso que creía dormido o cuando el Sol aclaraba su pelo y jugaban con una botella de tequila y hielo a besarse sin querer, a quererse sin besar...
Pero allí y ahora, en aquella cabaña y a pesar de todo, Rob seguía sin poder hacerlo, sin poder disfrutar sin miedo, sin poder dejarse llevar, ya lo había hecho, ya había tenido una sirena antes, pero de las de los cuentos, de las que te arrastran al fondo del mar si te quedas mirando sus ojos, de las que dolían. 
Un trueno sacó a Rob de su melancolía, miró a Carla, ella seguía dormida, alguien le dijo a Rob una vez que el que duerme apacible es porque se sabe amado.
Salió al exterior y el aire mezclado con gotas de finísima agua empezó a envolverlo, hacía frío pero él  no conseguía sentir nada, nada, salvo una angustia feroz,¿qué hacia allí estando Carla dentro?¿ por qué no se tumbaba en la cama y dejaba que su calor lo envolviera, lo nutriera? 
Los demonios salieron de los rincones otra vez, lo miraban dando vueltas en la oscuridad, indefenso, débil, sabían que estaba a su merced.Le traían los peores recuerdos de la otra vez, de otro tiempo en que ellos eran los que vivían con él, alimentando su odio, su dolor, haciendo poco a poco de él la persona con miedo a amar que era hoy.
Rob corrió a ciegas en la oscuridad, sólo notaba la fría humedad del suelo de roca que le llevaba hacia el precipicio, su único propósito era alejarse de ellos, pero entonces el suelo desapareció bajo sus pies y quedó suspendido en el vacío. Un hormigueo recorrió su tripa, "el precipicio" pensó, estiró un brazo consiguiendo agarrarse a un saliente, su corazón le gritaba en los oídos los latidos más rápidos jamás registrados.
Tomó aire, había estado a punto de caer contra las rocas, a punto de perder la oportunidad que su ángel implicaba, le vinieron los días de Sol a la cabeza y fue allí en el vacío donde Rob encontró lo que le llenaba, ironías de la vida, ironías de un precipicio.


miércoles, 27 de abril de 2016

Amnesia

Siempre nos lo dicen, que todo pasa, que todo llega.
Siempre nos pasa que los recuerdos nos pasan o que los recuerdos nos llegan,
pasa siempre que o te pasas o no llegas y también siempre tienes que pasar para llegar o llegar para pasar.
Los recuerdos siempre llegan y siempre ganan, no importa lo que queramos hacer, poco importa adónde queramos ir siempre pasa, ellos llegan y te paras.
Es como una melodía suave de tu canción favorita, con el hormigueo en el tono de un disco de vinilo, poco a poco se apodera de ti, no quieres dejarlo entrar porque a veces son dolorosos, otras bonitos, dulces, pero aún así nunca los queremos de vuelta porque nos hablan de lo que carecemos en nuestro presente o de lo que dejamos atrás.
Tratamos de huir de ellos, nos metemos en el coche y pisamos el acelerador como queriéndolos dejar allí en mitad de la carretera como un viajero abandonado, es entonces cuando pones la música más alta, cuanto más alta más me olvido pero entonces salta ésa canción y todo vuelve de nuevo, miras al asiento del copiloto y ahí está el recuerdo sentado junto a ti donde siempre ha estado aunque tú no quisieras verlo. Te mira con los ojos de aquella persona que conociste en verano y casi con total nitidez puedes verla ahí sentada sonriendo comiendo un helado de cucurucho mientras se manchaba la punta de la nariz y se subía las gafas de sol y entonaba una canción desafinada que a ti te encantaba, claro que eso fue mucho antes de que él se cansara y se fuera a otros coches a otras vidas.
Das un volantazo y frenas en seco, apagas el coche y sales corriendo, necesitas aire, inspiras, mucho mejor ahora. El silencio llega a ti, estás tranquilo, le has dado esquinazo, te sientes seguro ahora.
Vuelves a conducir, esta vez sin música, por si acaso. Pasas al lado de la costa, el aire salino entra por la ventana,juega con tu pelo, con tus manos, se mete en tu camiseta, te refresca, te llena...
Ves la playa está tranquila y sola sonríes, te trae buenos recuerdos, espera ¿he dicho recuerdos? Lo ha conseguido otra vez, ha vuelto otra vez, miras por el retrovisor y ahí está sentado como una sirena, te envuelve con sus brazos desde atrás, flotando en el aire, etéreo, te susurra los días de playa, agitas la cabeza no quieres eso ahora, pero no escucha sólo habla de el Sol, de cuando paseabas por la orilla y eras feliz, cuando no necesitabas nada más que buena compañía y el mar para ser dichoso. Poco a poco te acaricia la cara y te trae recuerdos de aquellas tardes de lluvia frente al mar cuando  a golpe de ópera las olas chocaban contra las rocas y a ti se te erizaba el cuerpo y el olor a pastel de marisco de tu madre llegaba desde la cocina...
Te desvías hacia una gasolinera, dejaste las sirenas atrás y te sientes casi como Ulises  pero sabes que no acabará ahí, te bajas a comprar algo de comer mientras un chico muy amable te repone la gasolina. 
Al entrar, escuchas Lana del Rey saliendo por los altavoces del local, te paseas por los pasillos en busca de algo dulce, Lacasitos, M´ms, Huesitos, Hurry up´s...coges unos Conguitos siempre te han gustado. 
Alguien te mira desde el cristal de uno de los refrigeradores, te acercas despacio, no quieres que piensen que estás loco, entrecierras los ojos y lo ves. Suena la canción de antes pero en este caso es distinto, parece que suena para ti como la banda sonora de un recuerdo, y ahí está en el cristal, te mira, sabe que sabes que está ahí y te muestra una niña rubia de unos 5 años, está agarrada del brazo de su padre, le tira de la camiseta para que le compre más Conguitos, miras para atrás y no están, sólo están en ti, en tus recuerdos, cuando papá estaba contigo y te sentías segura porque con él siempre estabas a salvo, cuando pasabais las tardes juntos y él las llenaba de miles y miles de Conguitos. Cierras los ojos, papá ya no está, quizás por eso no te sientes tan segura como antes o quizás sí porque él sigue contigo.
Continúas tu camino ya falta poco para llegar al destino, te dejas llevar, pones música, enciendes un cigarro y comes Conguitos mientras cantas desafinando, miras al copiloto y le sonríes al recuerdo de aquella persona y miras al retrovisor y le sonríes al otro recuerdo con sabor a mar y miras los Conguitos y sueltas una carcajada, te colocas las gafas de Sol y pisas el acelerador.
Llegas y ahí está tu hermana, otro recuerdo te saluda al lado de ella, lleva los ojos de  los días con ella, de todo lo que nos hemos reído y todo de lo que no. La abrazas y su aroma también te trae recuerdos...
- ¿ Y bien? ¿ Conseguiste recordar algo?- pregunta
Sonríes.
- Absolutamente todo.- contestas.
-Te dije que ese recorrido te ayudaría, sabía que así todo volvería a ti.- dijo
Miras hacia atrás, ya no le temes a los recuerdos, has aprendido a valorarlos como se merecen.

martes, 23 de febrero de 2016

Nosotros, esos seres...

Klaus se paseaba inquieto por la estancia, la misma en la que había ,minutos antes, atacado a un hombre y le había chupado hasta el ultimo milímetro de sangre del cuerpo. Se tocaba la cara, estaba nervioso, siempre se ponía así cuando se escapaba de su control, se mordía el labio inferior todavía ensangrentado. Se paró frente al ventanal que había junto a él, y se quedó allí, aquella era la imagen más gráfica del orden tras el caos que había podido disfrutar jamás.
La habitación se encontraba en la planta superior de una de las casas más antiguas del barrio francés de Nueva Orleans, era antigua, marrón y triste, olía a anticuario y a sangre, el hombre tendido en el suelo con la mirada perdida y vidriosa, se encontraba a espaldas de Klaus que impasible miraba por la ventana apoyado en un chester antiquisimo mientras se rozaba con sus manos la camisa ensangrentada. Ella lo miraba, no se atrevía a romper el silencio de aquel momento que parecía congelado en una bola de cristal, y es que él era hermoso así en la oscuridad, ahí en sus pensamientos, dentro de su lado oscuro, era un ser hermoso con miles de años a sus espaldas que ahora se mostraba ante ella en todo su esplendor, no le tenía miedo sabía que él no le haría daño.
- Klaus, no pasa nada, está bien, estoy aquí.
Se giró hacia ella sin decir una palabra, en menos de una fracción de segundo estaba junto a ella, podía notar su respiración agitada, la miraba directamente a los ojos.
- Camille, ¿es que no entiendes que ese es el problema? Estás aquí, lo has visto todo, me has visto así, no deberías de haber visto nada.- se apartó unos centímetros y se pasó la mano por su espesa barba.
- No diré nada, será nuestro secreto.- Camille le cogió una mano y tiró de él hacia ella.
Klaus le cogió la cara con sus enormes manos.
- Escucha, hay algo en mí, algo oscuro, algo que no puedo controlar, hace tiempo que vive conmigo, se ha alimentado tanto de mí que ya ni siquiera me pertenezco, y tú que eres toda luz que siempre ves el lado bueno de las personas, incluso de seres como yo... acabaría consumiéndote a ti y eso no puedo permitirlo, los seres como yo somos incapaces de amar, incapaces de ver la hermosura, quizás sea porque nuestro sino es destruirla, destruir todo lo bello que nos envuelve, quizás por ello sólo nos limitamos a observar desde fuera, ajenos, por miedo a que algo bello nos guste de verdad, por miedo a acabar con él, vete ahora que puedes, olvida que me conociste, sé feliz y ten una vida normal, enamórate, envejece y cuando el Sol tiña tus arrugadas mejillas y sólo en  ese momento piensa en mí, en que te di un consejo que tu decidiste seguir y que gracias a eso ahora eres muy feliz.- Klaus le besó la frente y desapareció, se escurrió como una sombra y se marchó.
Ella se quedó allí de pie sin saber muy bien qué hacer, se giró y se marchó.
Había olvidado a Klaus, ya no sabía quién era y tampoco sabía que le había querido, sólo unos años después cuando el Sol tiñera sus arrugadas mejillas se acordaría de aquél día y de Klaus y de cómo éste había hecho para hechizarla y así poder hacerle olvidar todo con el simple propósito de dejarle vivir una vida normal, la vida que ella siempre había anhelado.

lunes, 25 de enero de 2016

A veces ocurre

No pasa nada hasta que pasa, nunca tenemos nada hasta que lo perdemos, no tenemos nada que perder hasta que nos topamos con la realidad de bruces, nadie es perfecto hasta que nos fijamos en nuestros defectos, nunca es tarde hasta que lo es demasiado...
A veces ocurre que las cosas no salen según lo previsto, todo da un giro o se lo dan, todo cambia y te quedas ahí mirando el empedrado del suelo,mirando pero sin ver,sólo puedes pensar en todo lo que te ha llevado allí a dónde estás ahora mismo, a todo eso que ahora te rodea.
Un día cualquiera una chica cualquiera se levanta en su apartamento, es otro día más de su aburrida vida, se encamina al armario coge unos tejanos desgastados y un jersey de lana a juego con sus mejillas. Cuando se acerca al ventanal de su diminuto salón observa la lluvia mientras se calza sus botas de agua.
Hará lo que todos los días, en el metro demasiada gente, en la calle demasiados paraguas...
un mensaje llega a su móvil, es ese chico con el que habla desde hace mucho pero que le convence más bien poco, le contesta sin ganas ya es casi automático.
Después del trabajo ha quedado con él, no tenía muchas ganas pero no tenía a nadie más; era de las que nadie se molestaba en conocer, demasiado rara a primera vista, demasiado fría.
A la salida del trabajo la gente hablaba sobre el fin de semana, sobre qué harían, con quién compartirían su tiempo; dijo adiós, se puso su ipod y se encaminó a casa.
Esa noche no sabía qué ponerse, optó después de muchos intentos delante del espejo por un vestido negro ceñido, corto. Se arregló el pelo, lo tenía liso y rubio, precioso.
Llegó al metro mirando el móvil, tropezó con un chico sin querer, se disculpó y entró en el vagón a tiempo de que este se cerrara. Por el camino iba pensando en qué sería de aquella noche, en qué sería de ella...
Al llegar no hubo miradas de asombro, tan sólo saludos fríos y caricias de las que no erizan, durante la cena palabras vacías, preguntas mentirosas que no querían ser respondidas, algo a lo que ella estaba habituada.
Durante el postre, que debería de haber sido otro, él se ausentó demasiado tiempo a contestar una llamada importante dijo.
Cansada de esperar, agarró el chaquetón y la cartera e hizo un gesto al camarero para pedir la cuenta.
Ya en la puerta se colocó el abrigo y sacó un cigarrillo de su cartera, su cabeza no paraba de hablar, levantó la vista, el cielo estaba gris, empezaría a llover en segundos.
Al llegar a la boca del metro se paró en seco, había una pareja que se besaba apasionadamente, se agarraban con fuerza, no querían soltarse, el pintalabios de ella corría por los labios y cuello de él, y las manos de él ansiosas recorrían las pantorrillas de la mujer. Todo le abría parecido inocente e incluso un poco románico si no fuera porque su cita estaba siendo el postre de otra; cuando el hombre levantó la cabeza, la vio y quiso salir a correr tras de ella pero ella ya había entrado en el metro, ya había empezado a huir.
Eran las tres de la mañana y ella seguía montada en el mismo asiento del mismo vagón que unas horas atrás, las lágrimas se habían encargado de empañar aquella noche. Se bajó en su parada por fin, tan sólo estaba el chico del puesto de información, nadie más paseaba cerca de aquel andén a aquellas horas.
Al salir del metro llovía, se quedó inmóvil bajo la lluvia, se dejó mojar, se dejó reconfortar... su cabeza la hacía volver a aquel instante una y otra vez,  ¡qué humano eso de recordar lo peor de cada día!
Escuchó unos pasos al lado suya pero no se inmutó. Los pasos se pararon justo a su lado, podía escuchar la respiración de la persona junto a ella, abrió los ojos y dirigió su mirada al empedrado del suelo, "es verdad que a veces las cosas no salen según lo previsto, que se dan la vuelta o se la dan, y todo lo que te queda es mirar el empedrado y preguntarte qué haces aquí, qué te ha llevado a todo esto"
La persona junto a ella le estaba hablando, levantó la mirada para ver de quién se trataba. Era un chico.
Había algo en su mirada, no era la primera vez que la veía, había visto esos ojos antes, pero no recordaba haber hablado nunca con él.
El estiró un brazo y le rozó la mejilla, se acercó un poco más a ella, la miraba directamente a los ojos. Empezó a notar entonces en su mirada aun más cercanía, esos ojos los había mirado así antes pero ¿cuando?
A veces ocurre que el instante se detiene, las gotas de lluvias caen más lentas y los latidos se escuchan más altos, es ahí donde te percatas de lo poco que nos fijamos en lo que nos rodea, lo que nos envuelve.
Aquel chico trabajaba en el metro, lo había mirado cada día en su puesto de información, lo miraba colocando los carteles en los muros del andén, lo miraba mientras hablaba con los de seguridad, lo había mirado incluso ojeando un periódico.
Estaba cansada de mirarlo de un lado a otro de aquella estación pero nunca se había parado a verlo, nunca habría pensado que aquel chico cuidó de ella sin conocerla, cuando llegó por primera vez a aquella ciudad tan grande él la había visto perdida, sin saber adónde ir y enseguida se puso a colgar carteles de pisos en venta por la zona a conciencia para que ella encontrara uno de ellos de su agrado y pudiera vivir donde estaba viviendo, tampoco recordaba  que él le había repartido los folletos de las instalaciones del edificio en el que ella ahora trabajaba para que ella fuera a aquella entrevista de trabajo y aquella noche se había topado con sus ojos antes de subir al metro, parecía una mera coincidencia cuando había chocado con él pero ahora se daba cuenta de que no había sido así, si no fuera por él habría perdido el metro aquella noche y no habría conocido la verdadera cara del chico que no le terminaba de convencer a pesar del tiempo.
Se quedó mirándole fijamente, se sentía estúpida, él había hecho tantas cosas por ella... la lluvia empezaba a calar su ropa y empezó a sentir frío.
El se acercó aún más a ella, hasta que la envolvió en su abrazo, sin saber explicarlo allí se encontró segura, notó su calor y se dejó abrazar.
"Pensé que nunca me verías"
Y es que a veces ocurre que aprendemos a ver, aprendemos a observar despacio, sin prisas, hasta los silencios son oro, creedme, a veces, ocurre.